jueves, 4 de diciembre de 2014

La democracia capitalista: mercado, control y exclusión.

Imaginen por un momento, que contratan a un albañil (o a una albañil) para que reforme su casa al completo. Su contrato se basa en una declaración de intenciones que no necesariamente responde a sus necesidades reales y que se compromete a cumplir en un plazo dado de tiempo. 

Ustedes le van pagando periódicamente, pese a que ven que no hay progreso alguno e, incluso, algún que otro destrozo. Cuando acaba el periodo de tiempo acordado, el (o la) albañil se va sin tener que rendir ningún tipo de cuentas y sin devolver ni un céntimo por no haber hecho el trabajo; y, entonces, su única solución consiste en... buscar a otra persona con el mismo tipo de condiciones. 

Así, de forma muy resumida, muy escueta y muy ibañesca (el sujeto en cuestión podría ser Pepe Gotera y Otilio); se desarrolla la política en nuestro país, este es el punto en el que nos encontramos ahora. Es fácil refutar un ejemplo tan tonto, lo sé. Basta con decir que imaginemos que nuestros políticos estuvieran a la altura. Pero incluso con los políticos burgueses más honrados seguiríamos perdidos.

La democracia liberal capitalista, que es la que conocemos hoy día y la que hemos intentado exportar como mejor forma de gobierno a todo el mundo (aunque fuera a costa de invadir violentamente otros países); consiste en la disputa del poder político por parte de un amplio espectro de partidos que representan, al menos formalmente, a determinados sectores de la población mediante unas elecciones.

Este sistema posee unas cualidades muy peligrosas y que comportan unas consecuencias de las que no somos conscientes. 


La primera cualidad es que, aunque no lo veamos generalmente así, los partidos políticos son, realmente, empresas privadas. Empresas que se presentan a concurso público (campaña y elecciones) para gestionar los recursos públicos. 

Sin embargo, son empresas con enormes privilegios: financiación por parte del Estado y de capitales privados anónimos (en España a través de sus fundaciones), control y gestión de los recursos públicos, incluyendo su venta si lo estiman necesario; y, quizás lo más importante, el control de las fuerzas coactivas del Estado, el ejército y la policía.

Si bien la financiación por parte del Estado tiene la condición de que ésta es para velar por la independencia de los cargos políticos, ésta estalla ante la evidencia. En Estados Unidos la financiación pública es marginal porque los políticos, sus campañas y sus partidos son ampliamente financiados por las empresas privadas (que financian a ambos, para asegurarse ganar) y después tienen las puertas-giratorias abiertas de par en par. En España existen leyes que sirven para regular estas prácticas pero, o se han mostrado insuficientes, o se han quebrantado. Aún así, supongamos un marco perfecto en el que, mientras que se hace una carrera política, nadie recibiera financiación privada. 

Un partido, per se, es una entidad compuesta por un colectivo que se asocia en privado para llevar a cabo una actividad y que van a recibir una remuneración económica por ello. El partido es propiedad de sus militantes y de sus dirigentes, al modo que una sociedad anónima posee accionistas y un comité de empresa, tan solo que en este caso el accionariado no recibe ningún tipo de dividendos. 

Así pues, la democracia liberal capitalista lleva implícita el mensaje de la gestión privada de los recursos, de la privatización de los espacios comunes. Delegamos el poder político, formalmente del pueblo, en unos gestores privados contratados para ello. 

Además, la forma de desarrollar la política lleva implícito una lógica capitalista de mercados: hay que competir atrozmente por unos consumidores a los que les quieres vender tu producto, sin un auténtico y real diálogo entre las necesidades de éstos con los vendedores que, como cualquier mercachifle, te intentan vender su producto convenciéndote a través del marketing y destrozando a la competencia.

De esta manera, no es descabellado pensar que, la actual corriente neoliberal que está privatizando directamente los bienes comunes para que las empresas dispongan de ellos en beneficio propio; es la lógica respuesta del mercado, eliminando una serie de intermediarios que se están volviendo molestos algunas veces para las empresas, pues los gobiernos socialdemócratas o progresistas en muchas ocasiones han tenido que defender lo público para mantener las formas; y totalmente innecesarios ante los ojos de una parte de la ciudadanía, que ve como ningún partido o dirigente defiende sus intereses. El resto de la población está lo suficientemente alienada como para no plantearse estas cuestiones, pero también lo estará para aceptar las nuevas dinámicas que imponga el mercado y la burguesía en nombre de la eficacia o de la salvación del sistema.


Segunda cualidad, la forma parlamentaria representativa. Todas las personas de un país o de cualquier territorio en mayor o menor escala, delegan voluntariamente su voluntad (valga la redundancia aquí) y su capacidad de decisión sobre los asuntos políticos en un número muy reducido de personas. Y no hay mayor acto de desmovilización política que ese. 

Para explicar este caso concreto, recurramos al claro caso nacional. 

Con la Crisis de 2008 se produjo la enorme pérdida de confianza en la política que hemos estado arrastrando hasta prácticamente 2014. Debido a ello, se produjo la aparición del 15M, que supuso el mayor experimento democrático y de participación ciudadana que hemos tenido hasta la fecha: gente de todo tipo reuniéndose en las plazas, debatiendo los problemas corrientes de la vida diaria; el surgimiento de las mareas, como forma de protesta y movilización de sectores completos de la población; y, lo más importante, el pensamiento colectivo de miles de personas intentando imaginar y crear otro mundo y otro país posible.

El 15M tuvo un único problema, el mismo con el que nació y que le acabó matando: no tenían un planteamiento político destinado a la toma del poder. Querían "Cambiar el mundo sin tomar el poder",  como diría John Holloway. 

De este escenario de gente concienciada y movilizada pero sin un objetivo estratégico concreto surge PODEMOS. El partido de Pablo Iglesias (y al que pertenezco y participo), consigue aglutinar el descontento social fetichizando el problema en "la Casta", un conjunto de individuos que se han estado lucrando de la política y gobernando en contra del pueblo. Sin embargo, el surgimiento de PODEMOS ha tenido una enorme contrapartida a nivel social: si en Madrid, entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 2013, hubo 2209 manifestaciones; en 2014 han bajado a 1406 para el mismo periodo [1].

La gente, ante la esperanza de cambio, ante una nueva esperanza de tener a alguien sobre quién delegar su voto, su voluntad y sus responsabilidades políticas; ha decidido dejar de ejercer el poder político por sí misma.

Esto nos demuestra, como plantea Zizek [2], que "lo que consideramos como "la crisis de la democracia" se produce no cuando la gente deja de confiar en su propio poder, sino, por el contrario, cuando deja de confiar en las élites, en aquellos que se supone que saben por ella y proporcionan las líneas de actuación, cuando la gente experimenta la ansiedad que acompaña al reconocimiento de que "el (verdadero) trono está vacío", de que la decisión ahora es realmente suya".

Así, en palabras de Trotsky [3], la democracia parlamentaria no entrega el poder al pueblo, sino que "pasiviza a las masas, dejando la iniciativa en manos del aparato de poder del Estado (a diferencia de los "sóviets", en los que la clase obrera se moviliza directamente y ejerce el poder)".


Tercera y última cualidad de la democracia parlamentaria burguesa: la exclusión de ciertas partes de la sociedad.

Primeramente, como hemos desarrollado antes, la lógica de la democracia burguesa como mercado ya te obliga a trabajar en ciertas mecánicas, interiorizando mensajes y conceptos como la competitividad y la venta del programa como un producto. Esta aceptación inconsciente desplaza otras formas de plantear y hacer política en nombre de la victoria.

Después, a colación de la desmotivación y la pasivización de la ciudadanía, la gente que no va a votar no se ve representada; además de la que ejerce su derecho y tampoco siente que ningún partido satisfaga sus inquietudes. Estamos hablando de un porcentaje importantísimo de la población y que no es solo característico de nuestro país.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de las referencias [4-12].


Contemplamos como, por diversos motivos que abarcan desde el descontento, la dejadez, la falta de identificación con un color político determinado, el desconocimiento de los programas o candidatos o, directamente, la creencia de que votar no vale para nada; las cuotas de participación implican que entre un 25% de la población de nuestro país y hasta más de un 50 o casi en la Unión Europea y Estados Unidos se queda sin representación. La exclusión del entorno político está servida.

Sin embargo, participar tampoco garantiza que tu opinión, delegada a partir del voto, vaya a tener representación efectiva.
Si analizamos la composición de la Cámara del Congreso, el Partido Popular (PP) posee 186 escaños de 350, mayoría absoluta con un porcentaje del 53,14% sobre el total. Esta mayoría absoluta en el órgano de representación se consigue con 10,86 millones de votos, un 44,63% del total de votos emitidos, pero solo un 30,43% de personas con posibilidad de votar. De esta manera, una minoría impone su voluntad al resto de la población; cosa aún más desilusionante teniendo en cuenta que ni siquiera queda garantizado que sus representantes vayan a cumplir con el programa prometido (como se está comprobando de forma evidente).

Los partidos, de esta manera, no buscan la cooperación en los órganos de representación, sino competir por mayorías absolutas para imponer su criterio. Pese a todo, imaginando una situación de gobierno en coalición, seguiría sin representar al conjunto total de votantes y, mucho menos, de las personas no votantes.

De esta manera se produce una triple exclusión: 

  • a nivel conductual (se debe competir para ganar, otras formas de hacer política no son posibles debido a las reglas establecidas del juego); 
  • distinguiendo entre participantes y no participantes (con, además, el chantaje subyacente de "tienes derecho a votar, sino lo haces es porque no quieres", culpabilizando a quien no haya opciones); 
  • y entre grupos concretos de la población que imponen sus criterios al resto a través de sus partidos (poseyendo de manera privada las ideas políticas y a sus representantes); sin diálogo real entre estos grupos.

Sin embargo, esta democracia liberal burguesa parece que se está socavando a sí misma, como hemos señalado antes, por dos factores: al Mercado le puede terminar molestando esta forma de hacer política (que no el Estado) y la gente está cada vez más descontenta con este sistema.

De hecho, ya estamos viendo respuestas del capital, las dos más importantes son las del capitalismo asiático (un partido/Estado autoritario e inflexible con la población que asegura el marco jurídico y económico para las empresas, aunque se está trasladando a Europa en figuras como las de Putin, Zarkozy, Berlusconi y la extrema derecha emergente); y las de los tecnócratas, figuras que se erigen como gestores eficaces que toman las decisiones en base a los datos y no a cuestiones ideológicas (sin embargo, como sabemos, el "sentido común" no es sino el de la ideología dominante, la Ciencia no es imparcial en contra de la creencia positivista y no hay mayor acto ideológico o de fe que negar la propia ideología).


Así, quienes queremos un auténtico cambio social, no podemos contentarnos con tomar el poder a través de los mecanismos dispuestos por el Estado burgués, puesto que entramos en mecánicas y lógicas capitalistas sin darnos cuenta y nos vamos a relacionar con la población en estas condiciones sino planteamos nuevos marcos de interacción.

De esta manera, es vital actuar sobre las características que hemos ido numerando, a saber: la característica privada de los partidos, la competitividad, la representación y la exclusión.

La propuesta es clara, debemos ser capaces de:
  • articular un partido en el que verter todas las opiniones y los pareceres de la población (eliminando su privacidad y la exclusión), 
  • en el que las figuras de representación (ahora mismo obligatorias), sirvan como meras transmisoras de esas posturas que les lleguen a través de mecanismos de participación directa (democracia líquida); 
  • ir abogando por órganos que solo se rijan por la democracia directa y participativa (asambleas barriales, presupuestos participativos, etc...), 
  • abandonar los procesos competitivos electorales, optando por los sorteos, la única democracia radical y real que impide la profesionalización y la burocratización;
  • crear espacios de deliberación, físicos y virtuales, que con las herramientas que la tecnología nos brinda es más que posible (haciendo válida la premisa marxista de que cada sistema crea las herramientas para socavarse y destruirse); 
  • y actuar, siempre que sea posible, a través de acuerdos y consensos; enseñar a elegir prioridades y a hacer concesiones.
Muchas personas, haciendo más que válido el concepto de "inteligencia colectiva" contra el paradigma de la "propiedad intelectual privada"; han apuntado en muchos sentidos a varios de estos requisitos: Democracia 4.0, las asambleas de 15M, presupuestos participativos como los que plantean y realizan desde hace mucho tiempo en decenas de localidades, las asambleas sindicales, las pinceladas hacia el sorteo que apoyamos desde Sumando Podemos, etc... Lo que falta es terminar de articularlas en un solo proyecto que lo aúne todo.

Debemos entablar una relación sólida y directa entre el partido y la sociedad, contando siempre conque ésta en algún momento será superior al marco que establezca el primero y que habrá que dejar, con alegría y orgullo, que tome su propio camino.



                                                                                                                            


[1] "Las manifestaciones comienzan a descender a los niveles previos a la victoria de Rajoy" - http://www.elconfidencial.com/espana/2014-06-30/las-manifestaciones-comienzan-a-descender-a-los-niveles-previos-a-la-victoria-de-rajoy_152378/#
[2] "Primero como tragedia, después como farsa" - Slavoj Zizek, ed. castellana, Madrid, Akal, 2011.
[3] "Terrorismo y comunismo" - León Trotsky, ed. castellana, Madrid, Akal, 2009.
[4] "Elecciones generales de España de 2011" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Espa%C3%B1a_de_2011
[5] "Elecciones generales de España de 2008" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Espa%C3%B1a_de_2008
[6] "Elecciones generales de España de 2004" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Espa%C3%B1a_de_2004
[7] "Elecciones generales de España de 2000" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Espa%C3%B1a_de_2000
[8] "Elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2012" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Estados_Unidos_de_2012
[9] "Elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2008" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Estados_Unidos_de_2008
[10] "Elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2004" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Estados_Unidos_de_2004
[11] "Elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2000" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Estados_Unidos_de_2000
[12] "Elecciones al Parlamento Europeo" - http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_al_Parlamento_Europeo


1 comentario:

  1. Muy común nuestra visión al respecto de lo analizado, pero como puntualización creo que ese mecanismo ya existe: "Democracia y Punto", desarrollado desde el Partido X y que engloba a, entre otras, Democracia 4.0.

    No estaría de más que, al igual que en su día se reconociese el papel jugado por la X en el origen y formación inicial de Podemos (https://www.youtube.com/watch?v=bV9_Vpl6-M8&feature=youtu.be&a), a día de hoy se siguiese teniendo los ojos sin perder de vista qué siguen haciendo y desarrollando, no vayamos a hacer de Podemos otro partido más que termine castizándose, una vez se haya tomado el poder y los puestos de dirección.

    Obviamente, esto no es el PSOE del '82 ni aquí está el Tío Sam marcando los tiempos a Pablo y compañía, pero aquí se están volcando las luchas sociales que, si se vuelven a descapitalizar, pasarán varias generaciones hasta tener otra oportunidad histórica como la actual.

    Un abrazo, compañero!!

    P.D.1: Hoy han cumplido 2 añitos y han renovado la web. Pásate!! http://partidox.org/aniversario-2015/

    P.D.: Y no te olvides de la ecología!! Ahí están las claves para afrontar los retos más inmediatos. Al conflicto capital-trabajo se le ha sumado hace tiempo el conflicto capital-naturaleza. Estamos al borde del precipicio...

    ResponderEliminar