jueves, 28 de noviembre de 2013

Ateísmo económico

El ateo, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es aquella persona "que niega la existencia de Dios"[1]. Sin embargo, es una definición demasiado temática y específica.

El ateísmo no es sólo negar la existencia de "Dios", sino de todas las deidades, aunque eso incluiría a religiones no teístas como el budismo o el taoísmo; pero el ateísmo reniega de cualquier fe, en el sentido de creer que algo es cierto sin evidencias físicas y científicas de ello y eso incluiría creencias como la reencarnación.

Por otro lado, no es negar eventos o efectos que no tengan explicación actualmente; en vez de ello, negamos las características místicas, milagrosas o paranormales de los mismos para investigarlos y así hallar una respuesta satisfactoria.

Es una reflexión profunda y una crítica a los dogmas sin fundamento científico, es una forma de ver la vida mediante la razón y poniendo todo en duda.

Permite una visión "científica" de la vida, la duda en vez de obedecer órdenes y normas externas y hallar la verdad mediante el razonamiento y la investigación.

La ciencia es profundamente atea, en tanto que las leyes científicas no lo son hasta que se demuestra su veracidad con pruebas irrefutables; y aún así, siempre cabe lugar para la duda, pues nunca sabemos que nuevo descubrimiento puede hacer tambalear los conocimientos que poseemos. Pero entonces la ciencia cambia, porque no es fe, ni dogma.

Como ya he dicho, la definición de la RAE es demasiado concreta, porque hace referencia sólo al carácter religioso del ateísmo, si bien es el más frecuente.

Pero como ya he narrado, el ateísmo es algo mucho más profundo, y debe ser empleado con todos los aspectos de la realidad, entre ellos el económico.

El final del siglo XX y lo que llevamos del XXI ha supuesto el triunfo total y global del sistema económico que conocemos, el capitalismo.

El capitalismo, descrito de forma escueta y eficaz, "es el sistema en el que el capital (las compañías, equipos y estructuras empleados para producir bienes y servicios" no son propiedad del Estado sino de individuos particulares"[2]. Este sistema no es en absoluto nuevo, ya que nace, aunque de forma arcaica, con el mercantilismo en el siglo XVI, sistema "[...] alimentado por el comercio entre las distintas naciones y el descubrimiento por parte de los europeos de los lucrativos recursos de las Américas"[2].

Este sistema, que generó riqueza y productos de forma exponencial, se vio demasiado estrecho en el sistema feudal y produjo la natural destrucción de este, como bien narran Marx y Engels en el Manifiesto Comunista[3]:


"El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron 
a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad.
Los mercados de la India y de China, la colonización de América,
el intercambio de las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las
mercancías en general imprimieron al comercio, la navegación y a la 
industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello,
el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición".



Como ven, Marx y Engels aplican el término "revolucionario" con la burguesía creciente, en tanto que el término no es posesión de un movimiento en concreto, sino que define a las clases que provocan la caída de unos sistemas y levantan otros. Continuemos con el texto:


"La antigua organización feudal o gremial de la industria ya no podía
satisfacer la demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados.[...]"


Ahí el origen del capitalismo, un proceso necesario en la Historia para romper con las cadenas del feudalismo.

Sin embargo, no fue hasta mucho después que se sientan las bases del capitalismo de nuestros días. Quién planteó la esencia del sistema económico actual fue Adam Smith, en su opera prima, "La riqueza de las naciones" en 1776.

La principal lección de Smith es el interés personal, textualmente dice:


"[...]Al buscar su propio interés, con frecuencia se promueve el de la sociedad
de forma más eficaz que cuando se propone hacerlo de modo consciente[...]"

Según esto, "[...] no hay nada malo en que la gente actúe por propio interés. En un mercado libre, las fuerzas combinadas de todos los actores que buscan promover sus intereses individuales benefician a la sociedad en su conjunto y enriquecen a todos sus miembros"[2]. Encontramos la forma primitiva de la sagrada Competitividad que nos defienden los liberales.

Podríamos pensar en que Smith podría defender, de esta manera, que por interés propio nos saltáramos todas las reglas y leyes habidas y por haber. Pero no era ese su pecado, él mismo especifica que era beneficioso que existiera un marco de leyes y regulaciones comunes que protegieran a los consumidores de un trato injusto y, de hecho, los liberales menos extremos creen en una regulación, pero a niveles mínimos.


Como vemos la teoría es preciosa, pero ¿cómo justifica Smith que esto sea así? ¿Qué hace que de verdad el egoísmo haga que todos salgamos beneficiados?

Y he aquí que llega el mayor absurdo de la teoría económica: la "Mano Invisible".

Según Smith, cuando todos actuamos por interés personal, los mercados funcionan gracias al impulso de la "Mano Invisible".

El fundamento teórico (no práctico, ese es otro cantar) del funcionamiento del capitalismo es puro dogma.

Como hizo Descartes en su momento que al final tuvo que recurrir a "Dios" para poder explicar la sustancia infinita y que su pensamiento no cayera en el oscuro abismo de la incertidumbre; Smith tuvo que tirar de un nuevo Dios para explicar de alguna manera que su teoría funcionaría como él pensó que haría.

Pero, como sabemos, la realidad es bien distinta.


Aún así, los defensores del capitalismo siguen el mismo camino: competitividad, libre mercado, privatizaciones... Todos son dogmas inventados por la clase dominante que una vez revolucionó el mundo y que quiere seguir disfrutando de sus privilegios. (Dogmas que se tratarán, punto por punto, en otro artículo).

Todo es fe en el capitalismo, el propio dinero que utilizamos es "fiduciario": "las monedas y billetes que utilizamos normalmente, y que no valen nada como mercancía, son el dinero fiduciario, porque se usan solo en la medida en que tenemos confianza en él y no por su valor intrínseco (fiducia es "confianza" en latín). Y puesto que las monedas y billetes son emitidos por quien tiene autoridad suficiente para hacerlo [...] decimos que constituyen el dinero legal"[4].

Sin embargo, ¿cómo se encargan de que la población creamos que todo es cierto, de que todo lo que nos dicen es una verdad irrefutable?

Pues sinceramente, por culpa del nulo interés de la población por un tema que, por otro lado, es básico para vivir, poco han de hacer; pero además, se encargan de bombardear a la opinión pública con noticias sesgadas que nos presentan opiniones de políticos y expertos como verdades desde los medios de comunicación, que son de su propiedad; científicos y expertos afines a su doctrina, entre ellos supuestos premios Nobel (no existe el Nobel de Economía); que presentan estudios que muestran datos a su favor, aunque jamás se muestran los estudios de otros investigadores que, además, representan más fielmente la realidad que vivimos (lo que nos recuerda que, para ver, lo primero es abrir los ojos); y, cuando ya no hay nada más, nos recuerdan el fracaso de la URSS.

El capitalismo no es que no funcione, de hecho es la mayor máquina de producción que ha habido jamás en la Historia. Pero, ¿a quién beneficia? ¿A todos? Debo contestar con un rotundo "no".

Repito de nuevo, ahora que estamos en el momento triunfal del capitalismo, en el que ya ha caído la URSS, y la práctica totalidad de los países del mundo y sus habitantes viven y razonan con la cultura del capitalismo; es cuando vemos que no funciona.

En Europa y EEUU hemos sufrido una crisis brutal, que está dejando empobrecida a porcentajes de la población sin precedentes; si nosotros estamos mal, no hablemos ya de los países del Tercer Mundo, que si antes recibían poca ayuda de los primeros, ahora no reciben ninguna; guerras imperialistas contra gobiernos legítimos porque no les siguen el juego a los grandes capitales, crisis generalizada de la democracia ante la clara evidencia de que no gobiernan los ciudadanos, sino la burguesía internacional; monopolios y cárteles en la gran mayoría de las industrias, que se ríen del libre mercado y no van a permitir que nadie les haga la competencia; la brutal explotación del medio ambiente, el cual es limitado... como vemos, el sistema se destruye a sí mismo. No va a ser mañana, ni dentro de un año o diez. Pero está abocado a ello, al igual que todos los anteriores.

El Capitalismo se basa en maximizar el beneficio propio, esa es su primera y única ley; y no va a respetar ninguna otra que contradiga a la primera.

Y lo único que se le ocurrió decir al que lo ideó para justificar tal inmoralidad, es que un ente invisible se encargaría de que, al actuar así, todo iría bien.

Se parece demasiado a una religión. Y ya sabemos lo que pasa con la humanidad cuando dejamos que sea la religión la que rija nuestras vidas.





[1] "RAE: ateísmo." - "
http://lema.rae.es/drae/?val=ate%C3%ADsmo"
[2] "50 cosas que hay que saber sobre economía." Edmund Conway. Ariel, 4ª edición.
[3] "Manifiesto Comunista." Friedrich Engels, Karl Marx. Biblioteca Pensamiento Crítico. Adjunto al diario Público.
[4] "Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero." Vicenç Navarro, Juan Torres López. Espasa.

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