En esta ocasión vamos a desgranar el discurso de Gustavo Petro en X (antigua Twitter) durante el conflicto diplomático que ha tenido lugar entre Colombia y Estados Unidos a raíz de los migrantes deportados. El análisis sobre el hecho en sí, implicaciones materiales y posibles consecuencias y actuaciones deseables está en el anterior artículo.
Para ello, voy a empezar diciendo que si no se ha leído, que se lea y facilito su acceso a través del enlace en este link. Es vital que acudáis a las fuentes originales de cualquier tema para comprobar que la crítica se hace sobre la realidad de lo acontecido y, aún más importante, que podáis tener una lectura directa y sin intermediación. Dicho esto, procedo a mi propio análisis.
Gustavo Petro, como tantísimos líderes de “izquierda” actuales, representa una de las variantes actuales de dicha “izquierda”, que he entrecomillado no porque ponga en duda su ubicación en el espectro ideológico del marco sociológico y político de nuestros días; sino porque la “izquierda” no es una posición monolítica, sino que hay muchas izquierdas. Yo utilizo desde hace un tiempo las categorías que señaló el filósofo español Gustavo Bueno en su libro “El mito de la izquierda”; siendo las más actuales la izquierda indefinida (donde se ubicarían Petro y tantos otros) y la izquierda de 6ª generación o izquierda asiática (el Partido Comunista Chino, Partido Comunista de Vietnam, Partido del Trabajo de Corea, etc..).
Yendo al texto de Petro podemos destacar varios temas principales:
- Defensa del medio ambiente (“No me gusta su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia” y muchas menciones a la naturaleza y su belleza).
-Admiración por la libertad y ciertas figuras, entre ellas, Abraham Lincoln.
- Mito fundacional de Bolívar.
- Reivindicación de los pueblos originarios y del indigenismo en muchos niveles de lectura.
- Posible idea de apertura a otros mercados (confirmado por declaraciones posteriores a este tuit).
Bien, todos y cada uno de estos elementos tienen un factor denominador común y es que todos pertenecen al ideario de la izquierda indefinida global de tradición liberal y, por tanto, no confronta directamente de ninguna de las maneras con el sistema de producción capitalista ni, por eso Gustavo Bueno la denominó “indefinida”, tiene un proyecto definido respecto al Estado. Lo único que hacen es plantear reformas más o menos sustanciales, reivindicar los Derechos Humanos como principal cimiento ideológico (nacidos de la tradición liberal y de los ideales de la Ilustración) y pelear por los derechos de grupos poblacionales supuestamente minoritarios y/o desfavorecidos. Este liberalismo es eminentemente idealista (no materialista) y tiene claras influencias anglosajonas, del romanticismo alemán (la idea de “nación”, por ejemplo) y del protestantismo.
Por supuesto, no todo lo que venga del liberalismo es malo per se, y deberemos tomar de ahí todo lo que resulte beneficioso en pos de la especie humano en sistemas de producción posteriores que superen al capitalismo (el socialismo y el comunismo); al igual que de un régimen de producción esclavista, que nadie en sus cabales defendería implementar hoy, recibimos la filosofía griega clásica y el derecho romano.
Ahora bien, son muchas las cosas criticables a Petro en lo que escribió, tanto por lo que dice como por lo que obvia.
La primera de ellas la referencia a Lincoln y su lucha contra la esclavitud, repitiendo y perpetuando un mantra del ideario liberal y de leyenda “blanca” sobre Estados Unidos. Para empezar hace un uso equívoco del término “libertarios”, en tanto en cuanto que dicho término en primer lugar siempre se utilizó para las corrientes políticas enmarcadas en el Anarquismo, aunque ahora los anarcocapitalistas y otras sectas liberales estén intentando apropiarse del término. Si algo eran Abraham Lincoln y otros eran esto mismo, liberales.
Por otro lado, implica obviar la cuestión material realmente existente detrás de la Guerra Civil Americana y de la liberación de los esclavos negros en los Estados Unidos de América: el conflicto entre un modelo agrícola y esclavista en el sur y un modelo industrial que apostaba por el trabajador asalariado en el Norte. Sin dejar de reconocer la bondad de terminar con la esclavitud, tampoco podemos negar que esto surge no de una cuestión tanto “moral” como económica: un trabajador asalariado es muchísimo más barato de mantener que un esclavo, al que hay que proporcionarle todo lo necesario para que sobreviva y se reproduzca; el trabajador asalariado debe buscarse la vida con sus exiguos ingresos.
La frialdad de lo que expongo viene refrendado por dos hechos históricos. El primero, que las personas negras nunca han sido iguales en derechos en Estados Unidos hasta bien entrado el siglo XX, donde se mantuvo un régimen de segregación racial hasta 1964 con la Ley de Derechos Civiles y 1965 con Ley de derecho de voto. El segundo, que Abraham Lincoln no era una persona antirracista y esto queda reflejado en que, aún mientras el país estaba sumergido en la Guerra Civil, el conflicto más mortífero de la historia de Estados Unidos; continuó permitiendo la expansión hacia el Oeste como política de estado, despojando a los indios nativos americanos de sus tierras y con las políticas de cercamiento y exterminio. A día de hoy se debate en el país norteamericano si Abraham Lincoln fue maligno por permitir la mayor ejecución de la historia de Estados Unidos, cuando fusilaron a 38 dakotas el 26 de diciembre de 1862 por la Guerra de Dakota; o si fue benigno porque salvó de la misma suerte a los otros 265 que pretendía fusilar el gobernador de Minnesota, pero lo que parece que nadie plantea que dichas ejecuciones tuvieron lugar porque Estados Unidos se gesta como país con la expropiación y expolio de las tierras de los nativos americanos y con el genocidio sistemático de los mismos. Y Abraham Lincoln no fue una excepción en este hecho fundacional.
En segundo lugar, lo otro que debemos achacar a Gustavo Petro es algo que obvia de una manera tremendamente obsceno (del latín ob scenus, contrario o fuera de escena).
En una parte de su tuit Petro escribe: “Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo, nuestra sangre viene de la sangre del califato de Córdoba, la civilización en ese entonces, de los latinos romanos del mediterraneo, la civilización de ese entonces, que fundaron la república, la democracia en Atenas; nuestra sangre tiene los resistentes negros convertidos en esclavos por ustedes. En Colombia está el primer territorio libre de América, antes de Washington, de toda la América, allí me cobijo en sus cantos africanos.”
Estimado señor Petro, sé que usted nunca leerá esto, pero la lengua en la que usted habla y escribe y que le une a millones de personas en todo el mundo se llama español.
Ustedes no hablan ni escriben en árabe, ni heredaron una legislación basada en la Sharía, tampoco hemos creados comunidades basadas en el Corán o la Sunna ni, por supuesto, los barcos que llegaron a América en 1492 estaban dirigidos por soldados y miembros del rey Boabdil de Granada.
Sin lugar a dudas se puede hablar y discutir sobre cómo fue el Imperio español y la conquista de las Américas, recordando que en toda conquista hay imposición y muertes; pero que también hubo cultura, infraestructuras, construcciones que son Patrimonio de la Humanidad y que nunca hubo nativos americanos en el Reino de España que fueran esclavos. Podemos señalarnos, atacarnos, discutir y argüir cuando queramos hasta llegar a un punto donde todos estemos conformes utilizando estudios, referencias y pruebas que nos acerquen a la verdad de lo que aconteció durante 400 años en América. Pero ese debate es imposible si se niegan y se borran directamente las realidades históricas en un nuevo acto negrolegendario contra la historia hispánica, tan abundantemente promovido desde, precisamente, los estadounidenses anglos a los que usted se tiene que enfrentar.
Y si ustedes, como reclama, heredaron el derecho romano y la filosofía griega no fue porque llegaran trirremes desde Roma (por eso el término Latinoamérica, término colonial francés, es erróneo entre otras cosas); sino porque los heredaron, aprendieron e integraron en sus propias naciones y estados a través de la filosofía de Santo Tomás de Aquino de la Iglesia Católica.
En mi opinión, ha intentado aunar una especie de discurso sobre los orígenes de Colombia, muy en sintonía con la idea de “pueblos originarios”, aunando a los pueblos nativos americanos, a los esclavos negros (que también llevaron los españoles del África subsahariana, ojo) y al origen europeo; pero obviando totalmente a España de la ecuación. Y lo curioso del caso es que no hay que ser un genio en Historia para saber que ni los griegos, ni los romanos, ni los árabes eran pueblos originarios de la Península Ibérica; haciendo a veces tremendamente problemático el término “pueblo originario” porque depende por lo visto de donde uno quiere poner el límite.
Y claro, también es complicado olvidar que los grandes libertadores que se independizaron del Reino de España no eran ni mucho menos hijos de nativos americanos o de esclavos negros; sino que Bolívar era un criollo de ascendencia española y que, curiosamente, cuando se independizaron (sin poder cumplir con “la gran Colombia”) lo que quedaron fueron estados “balcanizados” bajo el yugo del colonialismo inglés que, precisamente, había fondeado a aquellos libertadores. Las tierras comunales de los campesinos fueron arrebatadas para pasar a grandes terratenientes y ser explotadas en nombre del Capital y, aún a día de hoy, en muchas de las naciones hispanoamericanas tenemos en el poder a las mismas grandes familias que se hicieron ricas en estos procesos de apropiación originaria.
Terminando ya, no vemos ningún conato de proyecto de Estado diferente al actual en Colombia, donde los grandes terratenientes y capitales siguen tomando muchas de las decisiones, presionando mediáticamente y matando a centenares de personas; porque no podemos olvidar que los narcotraficantes no dejan de ser capitalistas con actividades sin regular e ilegales para el Estado. Quizás no era simplemente el tuit para exponer nada similar, pero el gobierno de Petro no parece haber tomado ningún rumbo en este sentido desde que inició su presidencia.
Así, en resumen, podemos ver que lo que tienen los textos breves y enérgicos como el de Petro es que concentran muchos temas en muy poco tiempo, habiéndome obligado a extenderme muchísimo para explicar un simple tuit. Un simple tuit con muchísima ideología liberal concentrada.
Por último, quiero terminar destacando las cosas positivas del discurso de Petro, dos en concreto. La primera, las señales de apertura a otros mercados para poder buscar alternativas al imperialismo estadounidense; esto es extremadamente necesario para evitar seguir con la dependencia que tienen con estos, que no dejan de ser su principal socio comercial. Colombia debería buscar alianzas continentales e intercontinentales en países unidos a los BRICS y también en países que llevan años luchando contra los bloqueos, sanciones y amenazas de Estados Unidos.
Segundo, la reivindicación de la unidad de Hispanoamérica, tan histórica como necesaria y deseada. Será difícil sin lugar a dudas por la división entre las propias “izquierdas” y conflictos regionales, así como directamente por los gobiernos serviles a Estados Unidos como el de Milei en Argentina; pero quizás la agresividad de la política exterior de Trump, que ya ha amenazado con las deportaciones y aranceles a varios países así como a Panamá con la cuestión del Canal, sea un catalizador que permita acelerar y dirigir a buen puerto este proyecto.