martes, 28 de enero de 2025

El discurso de Petro en X: liberalismo concentrado

En esta ocasión vamos a desgranar el discurso de Gustavo Petro en X (antigua Twitter) durante el conflicto diplomático que ha tenido lugar entre Colombia y Estados Unidos a raíz de los migrantes deportados. El análisis sobre el hecho en sí, implicaciones materiales y posibles consecuencias y actuaciones deseables está en el anterior artículo.

Para ello, voy a empezar diciendo que si no se ha leído, que se lea y facilito su acceso a través del enlace en este link. Es vital que acudáis a las fuentes originales de cualquier tema para comprobar que la crítica se hace sobre la realidad de lo acontecido y, aún más importante, que podáis tener una lectura directa y sin intermediación. Dicho esto, procedo a mi propio análisis.

Gustavo Petro, como tantísimos líderes de “izquierda” actuales, representa una de las variantes actuales de dicha “izquierda”, que he entrecomillado no porque ponga en duda su ubicación en el espectro ideológico del marco sociológico y político de nuestros días; sino porque la “izquierda” no es una posición monolítica, sino que hay muchas izquierdas. Yo utilizo desde hace un tiempo las categorías que señaló el filósofo español Gustavo Bueno en su libro “El mito de la izquierda”; siendo las más actuales la izquierda indefinida (donde se ubicarían Petro y tantos otros) y la izquierda de 6ª generación o izquierda asiática (el Partido Comunista Chino, Partido Comunista de Vietnam, Partido del Trabajo de Corea, etc..).


Yendo al texto de Petro podemos destacar varios temas principales: 

- Defensa del medio ambiente (“No me gusta su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia” y muchas menciones a la naturaleza y su belleza). 

-Admiración por la libertad y ciertas figuras, entre ellas, Abraham Lincoln.

- Mito fundacional de Bolívar.

- Reivindicación de los pueblos originarios y del indigenismo en muchos niveles de lectura.

- Posible idea de apertura a otros mercados (confirmado por declaraciones posteriores a este tuit).

Bien, todos y cada uno de estos elementos tienen un factor denominador común y es que todos pertenecen al ideario de la izquierda indefinida global de tradición liberal y, por tanto, no confronta directamente de ninguna de las maneras con el sistema de producción capitalista ni, por eso Gustavo Bueno la denominó “indefinida”, tiene un proyecto definido respecto al Estado. Lo único que hacen es plantear reformas más o menos sustanciales, reivindicar los Derechos Humanos como principal cimiento ideológico (nacidos de la tradición liberal y de los ideales de la Ilustración) y pelear por los derechos de grupos poblacionales supuestamente minoritarios y/o desfavorecidos. Este liberalismo es eminentemente idealista (no materialista) y tiene claras influencias anglosajonas, del romanticismo alemán (la idea de “nación”, por ejemplo) y del protestantismo. 

Por supuesto, no todo lo que venga del liberalismo es malo per se, y deberemos tomar de ahí todo lo que resulte beneficioso en pos de la especie humano en sistemas de producción posteriores que superen al capitalismo (el socialismo y el comunismo); al igual que de un régimen de producción esclavista, que nadie en sus cabales defendería implementar hoy, recibimos la filosofía griega clásica y el derecho romano.

Ahora bien, son muchas las cosas criticables a Petro en lo que escribió, tanto por lo que dice como por lo que obvia. 

La primera de ellas la referencia a Lincoln y su lucha contra la esclavitud, repitiendo y perpetuando un mantra del ideario liberal y de leyenda “blanca” sobre Estados Unidos. Para empezar hace un uso equívoco del término “libertarios”, en tanto en cuanto que dicho término en primer lugar siempre se utilizó para las corrientes políticas enmarcadas en el Anarquismo, aunque ahora los anarcocapitalistas y otras sectas liberales estén intentando apropiarse del término. Si algo eran Abraham Lincoln y otros eran esto mismo, liberales. 

Por otro lado, implica obviar la cuestión material realmente existente detrás de la Guerra Civil Americana y de la liberación de los esclavos negros en los Estados Unidos de América: el conflicto entre un modelo agrícola y esclavista en el sur y un modelo industrial que apostaba por el trabajador asalariado en el Norte. Sin dejar de reconocer la bondad de terminar con la esclavitud, tampoco podemos negar que esto surge no de una cuestión tanto “moral” como económica: un trabajador asalariado es muchísimo más barato de mantener que un esclavo, al que hay que proporcionarle todo lo necesario para que sobreviva y se reproduzca; el trabajador asalariado debe buscarse la vida con sus exiguos ingresos. 

La frialdad de lo que expongo viene refrendado por dos hechos históricos. El primero, que las personas negras nunca han sido iguales en derechos en Estados Unidos hasta bien entrado el siglo XX, donde se mantuvo un régimen de segregación racial hasta 1964 con la Ley de Derechos Civiles y 1965 con Ley de derecho de voto. El segundo, que Abraham Lincoln no era una persona antirracista y esto queda reflejado en que, aún mientras el país estaba sumergido en la Guerra Civil, el conflicto más mortífero de la historia de Estados Unidos; continuó permitiendo la expansión hacia el Oeste como política de estado, despojando a los indios nativos americanos de sus tierras y con las políticas de cercamiento y exterminio. A día de hoy se debate en el país norteamericano si Abraham Lincoln fue maligno por permitir la mayor ejecución de la historia de Estados Unidos, cuando fusilaron a 38 dakotas el 26 de diciembre de 1862 por la Guerra de Dakota; o si fue benigno porque salvó de la misma suerte a los otros 265 que pretendía fusilar el gobernador de Minnesota, pero lo que parece que nadie plantea que dichas ejecuciones tuvieron lugar porque Estados Unidos se gesta como país con la expropiación y expolio de las tierras de los nativos americanos y con el genocidio sistemático de los mismos. Y Abraham Lincoln no fue una excepción en este hecho fundacional. 

En segundo lugar, lo otro que debemos achacar a Gustavo Petro es algo que obvia de una manera tremendamente obsceno (del latín ob scenus, contrario o fuera de escena). 

En una parte de su tuit Petro escribe: “Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo, nuestra sangre viene de la sangre del califato de Córdoba, la civilización en ese entonces, de los latinos romanos del mediterraneo, la civilización de ese entonces, que fundaron la república, la democracia en Atenas; nuestra sangre tiene los resistentes negros convertidos en esclavos por ustedes. En Colombia está el primer territorio libre de América, antes de Washington, de toda la América, allí me cobijo en sus cantos africanos.” 

Estimado señor Petro, sé que usted nunca leerá esto, pero la lengua en la que usted habla y escribe y que le une a millones de personas en todo el mundo se llama español. 

Ustedes no hablan ni escriben en árabe, ni heredaron una legislación basada en la Sharía, tampoco hemos creados comunidades basadas en el Corán o la Sunna ni, por supuesto, los barcos que llegaron a América en 1492 estaban dirigidos por soldados y miembros del rey Boabdil de Granada.

Sin lugar a dudas se puede hablar y discutir sobre cómo fue el Imperio español y la conquista de las Américas, recordando que en toda conquista hay imposición y muertes; pero que también hubo cultura, infraestructuras, construcciones que son Patrimonio de la Humanidad y que nunca hubo nativos americanos en el Reino de España que fueran esclavos. Podemos señalarnos, atacarnos, discutir y argüir cuando queramos hasta llegar a un punto donde todos estemos conformes utilizando estudios, referencias y pruebas que nos acerquen a la verdad de lo que aconteció durante 400 años en América. Pero ese debate es imposible si se niegan y se borran directamente las realidades históricas en un nuevo acto negrolegendario contra la historia hispánica, tan abundantemente promovido desde, precisamente, los estadounidenses anglos a los que usted se tiene que enfrentar.

Y si ustedes, como reclama, heredaron el derecho romano y la filosofía griega no fue porque llegaran trirremes desde Roma (por eso el término Latinoamérica, término colonial francés, es erróneo entre otras cosas); sino porque los heredaron, aprendieron e integraron en sus propias naciones y estados a través de la filosofía de Santo Tomás de Aquino de la Iglesia Católica. 

En mi opinión, ha intentado aunar una especie de discurso sobre los orígenes de Colombia, muy en sintonía con la idea de “pueblos originarios”, aunando a los pueblos nativos americanos, a los esclavos negros (que también llevaron los españoles del África subsahariana, ojo) y al origen europeo; pero obviando totalmente a España de la ecuación. Y lo curioso del caso es que no hay que ser un genio en Historia para saber que ni los griegos, ni los romanos, ni los árabes eran pueblos originarios de la Península Ibérica; haciendo a veces tremendamente problemático el término “pueblo originario” porque depende por lo visto de donde uno quiere poner el límite. 

Y claro, también es complicado olvidar que los grandes libertadores que se independizaron del Reino de España no eran ni mucho menos hijos de nativos americanos o de esclavos negros; sino que Bolívar era un criollo de ascendencia española y que, curiosamente, cuando se independizaron (sin poder cumplir con “la gran Colombia”) lo que quedaron fueron estados “balcanizados” bajo el yugo del colonialismo inglés que, precisamente, había fondeado a aquellos libertadores. Las tierras comunales de los campesinos fueron arrebatadas para pasar a grandes terratenientes y ser explotadas en nombre del Capital y, aún a día de hoy, en muchas de las naciones hispanoamericanas tenemos en el poder a las mismas grandes familias que se hicieron ricas en estos procesos de apropiación originaria. 

Terminando ya, no vemos ningún conato de proyecto de Estado diferente al actual en Colombia, donde los grandes terratenientes y capitales siguen tomando muchas de las decisiones, presionando mediáticamente y matando a centenares de personas; porque no podemos olvidar que los narcotraficantes no dejan de ser capitalistas con actividades sin regular e ilegales para el Estado. Quizás no era simplemente el tuit para exponer nada similar, pero el gobierno de Petro no parece haber tomado ningún rumbo en este sentido desde que inició su presidencia. 

Así, en resumen, podemos ver que lo que tienen los textos breves y enérgicos como el de Petro es que concentran muchos temas en muy poco tiempo, habiéndome obligado a extenderme muchísimo para explicar un simple tuit. Un simple tuit con muchísima ideología liberal concentrada.

Por último, quiero terminar destacando las cosas positivas del discurso de Petro, dos en concreto. La primera, las señales de apertura a otros mercados para poder buscar alternativas al imperialismo estadounidense; esto es extremadamente necesario para evitar seguir con la dependencia que tienen con estos, que no dejan de ser su principal socio comercial. Colombia debería buscar alianzas continentales e intercontinentales en países unidos a los BRICS y también en países que llevan años luchando contra los bloqueos, sanciones y amenazas de Estados Unidos. 

Segundo, la reivindicación de la unidad de Hispanoamérica, tan histórica como necesaria y deseada. Será difícil sin lugar a dudas por la división entre las propias “izquierdas” y conflictos regionales, así como directamente por los gobiernos serviles a Estados Unidos como el de Milei en Argentina; pero quizás la agresividad de la política exterior de Trump, que ya ha amenazado con las deportaciones y aranceles a varios países así como a Panamá con la cuestión del Canal, sea un catalizador que permita acelerar y dirigir a buen puerto este proyecto. 

lunes, 27 de enero de 2025

Trump vs Hispanoamérica. Primer asalto.

Menos de una semana ha sido necesaria para que el reelecto presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump haya tenido su primer conflicto diplomático directo con un líder hispanoamericano; que no ha sido otro que el presidente de Colombia, Gustavo Petro. 


En primer lugar hay que decir lo evidente y es que esto no iba a tardar debido a que Trump no engaña a nadie en el sentido de que lleva anunciando a viva voz el asunto de las deportaciones y aranceles a terceros países desde hace meses, sino años; y que ya ha tenido desencuentros verbales y digitales con otras personalidades, como Clara Sheinbaum, a cuenta de la “ocurrencia” de renombrar al hoy y por siempre Golfo de México. 


El caso que nos atañe se debe a la repatriación de decenas de migrantes de Colombia de manera fulgurante, intentando hacer ver que está cumpliendo con su política migratoria desde el primer momento. A modo de brevísimo resumen, puesto que está siendo la noticia del día y todo el mundo sabe más o menos de qué trata el asunto; Colombia a petición de su presidente ha denegado el acceso del espacio aéreo del país sudamericano de dos aviones de Estados Unidos con migrantes colombianos deportados. 


La reacción de Trump ha sido la de agarrar el palo y golpear: promesa de aranceles del 25 y 50% a Colombia y vetos en visados y otras cuestiones a miembros del gobierno. Petro, por su parte, contestó vía X (antigua Twitter) en un mensaje largo y poético que cualquiera que lo desee lo puede consultar aquí por no relatarlo al completo, pero que daba a entender que no iban a aceptar ningún tipo de amenaza por parte del “yankee”. Invito a que se lea, porque lo desgranaré en otro post o hilo.


Seguidamente y en menos de 24 horas, sin embargo, nos hemos encontrado con una reacción contradictoria con el discurso enardecido del dirigente del país caribeño: aceptan las deportaciones de migrantes, pero lo que hacen es que no lleguen como presos (tal y como llegaban en los aviones estadounidenses, con un mono naranja y esposados), sino en el avión presidencial, habiéndolo habilitado el propio Petro. 


Narrado el conflicto, tiene muchísimas lecturas. 


La primera y más acuciante es el hecho. Pese a las hermosas palabras de Gustavo Petro, se ha acabado imponiendo la realpolitik y ha cedido a las presiones de Trump, aceptando las deportaciones aunque las maquille de un humanismo típico del izquierdismo liberal poniéndoles una “limusina” para que los expulsen. Cabe preguntarse, ¿podía realmente hacer otra cosa?


En realidad no, por dos motivos. El primero, cualquier país (por mucho que lo odiemos a él o a sus actuales mandatarios) tiene derecho a hacer cumplir su política en materia migratoria y, por lo tanto, regular la entrada de migrantes ilegales. Esto es absolutamente compatible con criticar el cinismo de la clase capitalista estadounidense, que en realidad necesita esa mano de obra migrante para sustentar sus beneficios en decenas de sectores; así como con el hecho de señalar que la solución a la migración en el siglo XXI pasa mucho más por fortalecer y sacar de la pobreza a los países de origen y dejar de expoliar bajo el neocolonialismo capitalista financiero a los países del llamado Sur Global. 


El segundo, pero el único que al final importa en política, es la correlación de fuerzas: Estados Unidos fue el año pasado y por tercer año consecutivo el principal socio comercial de Colombia. Entre enero y noviembre de 2024 las exportaciones colombianas ascendieron a 13.106 millones de dólares (unos 12.460 millones de euros), un 7,6% más que respecto a 2023; y, además, Estados Unidos fue el principal inversor extranjero (según consulta en Forbes). Sin embargo, la balanza comercial fue favorable a Estados Unidos debido, entre otros factores, a que Colombia les vende petróleo crudo y los estadounidenses se lo revenden refinado: una relación clásica entre colonia y metrópoli, donde ésta extrae las materias primas y luego le venden productos manufacturados, más caros por el valor añadido; creando dependencia económica y deuda. 


Teniendo en cuenta lo anterior, y aunque Estados Unidos perdería quizás parte de sus beneficios directos con la cuestión de los aranceles; Trump sabía lo que hacía mediante las amenazas y presiones y lo explicitó recientemente: "Nos necesitan, nosotros no los necesitamos. Todo el mundo nos necesita". Algo estrictamente falso, puesto que ellos necesitan de la materia prima, mano de obra barata, legislaciones laxas y territorio donde ubicar bases y tropas de los países del Sur Global; mientras que la relación desigual de estos hacia los Estados Unidos no surge de la necesidad sino de la dependencia creada en base a la propiedad privada del capital en manos extranjeras, intervenciones e invasiones militares directas o a través de guerrillas y golpes de Estado y la deuda económica. 


En otro nivel de lectura, sí que tenemos que achacarle algo al dirigente colombiano y es algo de lo que adolece toda la izquierda liberal progresista: el querer hacer política únicamente en base al discurso y a golpe de “tuit”. 


El discurso de Petro incluye palabras y frases tan grandilocuentes como (y cito) “me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo”, “yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos” y “no nos dominarás nunca”; cuya fuerza han durado horas. Esto, entre otras cosas, son las que hacen que mucha gente de la clase trabajadora rechacen y rehuyan de toda esa izquierda que construye castillos en el aire en vez de fábricas y casas en la tierra. 


Cuando uno emprende el discurso de la sublevación y la rebeldía (totalmente legítimas y necesarias) no debe hacerlo en vano, porque los fracasos pasan factura, los fracasos muestran proyectos vacíos e impotentes que crean en la clase trabajadora la idea de la futilidad de intentar resistir a la explotación y las relaciones de desigualdad económica y política. Lo peor es que estos proyectos izquierdistas, que en la práctica son muchos de ellos herederos (al menos en ideario) de algo tan capitalista y burgués como el Partido Demócrata de Estados Unidos; utilizan dichos discursos como soflamas sin ninguna pretensión real de ruptura con el sistema capitalista y colonialista. Esto se ve reforzado, en el caso específico de Petro, en la amalgama de ideología liberal que fue su discurso en X; que, como he dicho ya, analizaré en otro momento. 


Así, tenía dos opciones verdaderamente honestas: o seguir adelante con todas las consecuencias (pero para ello hay que tener un plan económico bien claro contra las sanciones estadounidenses, como hizo Rusia antes de iniciar el conflicto con Ucrania); o haber sido mucho más pragmático en dichos como lo ha sido con los hechos, para no crear esta sensación de "derrota".


Después de todo lo dicho, viene una pregunta vital: ¿y ahora qué?


De entrada se ha convocado una reunión urgente de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) sobre la cuestión de la migración, en la que veremos qué sacan en claro y en común siendo el punto más importante a tratar bajo mi punto de vista la “Unidad Latinoamericana y Caribeña”. 


También ha habido multitud de reacciones de distintos mandatarios hispanoamericanos y quiero destacar la de Nicolás Maduro que en un acto con altura de miras, ha expresado públicamente su apoyo a Colombia; mientras que Petro como tantísimos otros izquierdistas se dedicó a deslegitimar y desconocer los resultados electorales del país vecino, en vez de cerrar filas contra la candidata María Corina Machado de la derecha injerencista fondeada desde Estados Unidos (candidata ni siquiera apoyada o reconocida por ciertos sectores de la derecha venezolana, dicho sea de paso). 


Honestamente, no espero nada de esta reunión que ha sido convocada de forma reactiva y defensiva, lo que implica que probablemente no habrá ningún tipo de propuesta estratégica o ambiciosa; puesto que cuando alguien actúa de forma urgente se dedica a apagar fuegos y no a poner cimientos y ya hemos visto en el párrafo anterior que si ni siquiera entre “las izquierdas” hispanoamericanas hay unidad en la acción, qué pensar cuando directamente hay gobiernos cipayos y coloniales como el de Milei en Argentina. 


Sin embargo, esto debería ser la prioridad de los países hispanoamericanos cuya independencia (real, material) pasa de facto por ser independientes de los designios e intereses de un vecino que los considera territorios de los que extraer riqueza sin tener que aportar desarrollo o bienestar a cambio. Dicha independencia se podría conseguir a través de una unidad económica, política, militar y estratégica de dichos países que no tiene por qué ser monolítica ni ideal para que sea efectiva y les traiga todo lo que estoy planteando. Será siempre mucho más difícil quebrantar la voluntad de una Hispanoamérica unida que la de un puñado de países aislados, como nos demuestra la historia; y España debería formar parte de dicha unión y respaldarla por los lazos históricos y culturales que nos unen. 


Por otro lado y en el medio plazo, también deberían buscar reducir la dependencia económica de Estados Unidos. Por suerte estamos en un momento en el que hay bloque alternativos, como los BRICS, al que ya pertenece Brasil y, sobretodo, al que pertenece China; que ya es en realidad la primera potencia económica mundial en muchos de los diversos indicadores existentes (paridad por poder adquisitivo o PPA, por ejemplo) y que está demostrando que comercia o coopera con terceros países en unas condiciones mucho más ventajosas y equitativas que el imperialismo depredador estadounidense, heredero del modelo anglosajón. También podrían ampliar su alianza estratégica en la cuestión petrolera con Venezuela, que sí refina petróleo en su propio territorio y con empresas de propiedad estatal, en vez de seguir enriqueciendo a su verdugo. 


Ojalá la agresividad política de Donald Trump sirva para que, al igual que polariza la opinión pública en su propio país, polarice y obligue a posicionarse de forma clara a los países hispanoamericanos en una alianza tan necesaria como deseada. En este primer asalto el golpe ha sido contundentemente a favor de Estados Unidos, espero y deseo que Colombia y América lo soporten y no se vayan a la lona y que, asalto tras asalto, resistan. Porque el combate no termina hasta que no suena la última campana.