viernes, 17 de marzo de 2017

Brasas de la clase media

En estos días estamos asistiendo a una guerra relámpago de las clases privilegiadas para ganar un palmo más de tierra en mitad de esta Crisis-Estafa. ¿Quién no ha recibido uno de esos mensajes pidiendo la abolición del impuesto de sucesiones de la Junta de Andalucía?

No entraré en este artículo a desmontar las mentiras y falsos argumentos del Partido Popular, pues eso ha sido suficientemente tratado por otros autores expertos en la materia [1,2]. Lo que quiero plantear son los motivos que subyacen en el apoyo masivo de las clases populares y trabajadoras a este tipo de campañas.

En el ciclo político actual, en el que se evidencia que la crisis económica no se cierra, sino que se normaliza; la gente hemos tenido que sufrir ataques a nuestros derechos tan brutales como los recortes en Sanidad y Educación, desahucios, leyes mordaza y la reforma laboral. También hemos recibido otros tantos a nuestros bolsillos a través de la subida del IVA, amnistías fiscales, subidas de la luz, impuesto al sol, tasazo a la Justicia, repagos sanitarios, claúsulas suelo, etcétera, etcétera… Todos estas medidas están destinadas a machacar al 90% de la población y beneficiar al 10% más rico y privilegiado.

Sin embargo, muy pocas cosas han hecho activarse tanto a los sectores más despolitizados de la población como la campaña del PP contra el citado impuesto. Ha bastado el nivel más básico de demagogia para hacer saltar las chispas por una petición que beneficia amplia y descaradamente a ese 10% de personas más poderosas pero, sorprendentemente, los bulos y exigencias han corrido como la pólvora entre el 90%, incluso entre personas que se consideran “de izquierdas” y simpatizantes de estas ideas políticas.

Visto esto, nos encontramos con una situación muy complicada: tenemos a un PP coqueteando con los trabajadores y las trabajadoras y a un Podemos que tiene la enorme tarea de tener que explicar su postura (mayor progresividad, que paguen los de arriba, un impuesto sin paraísos fiscales en el estado español, etc.). porque en la época de la inmediatez, los 140 caracteres y los titulares amarillistas cualquier postura que no sea blanco o negro y requiera pedagogía será manipulada u obviada.

¿Cómo es que ciertos sectores populares secundan ampliamente todo esto? Primero, porque es tremendamente fácil y oportunista hacer una campaña para que se bajen los impuestos. Segundo, porque en base a lo observado, y creo que es la conclusión más importante, aun dura en la conciencia colectiva el mito de la clase media.

Es decir, con todas las condiciones objetivas y materiales en contra (repetimos, pérdida de rentas, trabajo, casas, robos de guante blanco, etc.); aún persiste el miedo a perder menos que nada. Este miedo está tan exageradamente enraizado en la conciencia de la población que se ha disparado por algo que jamás afectará a la inmensa mayoría de los habitantes de Andalucía.

Un miedo que por un lado, impide a la gente en muchísimos casos organizarse para dar solución a la actual situación política (miedo a perder el trabajo, a hacer huelga, a multas); y que, por otro, genera protestas desorbitadas, irreflexivas y que van en contra los intereses de esas mismas personas (un impuesto que tiene como objetivo redistribuir la riqueza es esencialmente bueno para los trabajadores y las trabajadoras).

¿Qué hacer contra todo esto? Pues lo único y lo más difícil: hablar, explicar, disipar las dudas de su situación (la Junta tiene un simulador on-line), elevar el nivel de la conversación saliendo de mitos, mentiras y ejemplos más que puntuales; pero, sobretodo y mediante lo anterior, romper con los mecanismos responsivos y reaccionarios, que hacen que esa persona actúe como un resorte y traerla al campo de la razón.

De paso, no estaría mal aprovechar para debatir de las agresiones reales que sufre en su día a día e intentar apagar definitivamente las llamas de un fantasma que nunca existió y que nunca existirá.

Acabemos de una vez con la clase media.