En
estos días estamos asistiendo a una guerra relámpago de las clases
privilegiadas para ganar un palmo más de tierra en mitad de esta
Crisis-Estafa. ¿Quién no ha recibido uno de esos mensajes pidiendo
la abolición del impuesto de sucesiones de la Junta de Andalucía?
No
entraré en este artículo a desmontar las mentiras y falsos
argumentos del Partido Popular, pues eso ha sido suficientemente
tratado por otros autores expertos en la materia [1,2].
Lo que quiero plantear son los motivos que subyacen en el apoyo
masivo de las clases populares y trabajadoras a este tipo de
campañas.
En
el ciclo político actual, en el que se evidencia que la crisis
económica no se cierra, sino que se normaliza; la gente hemos tenido
que sufrir ataques a nuestros derechos tan brutales como los recortes
en Sanidad y Educación, desahucios, leyes mordaza y la reforma
laboral. También hemos recibido otros tantos a nuestros bolsillos a
través de la subida del IVA, amnistías fiscales, subidas de la luz,
impuesto al sol, tasazo a la Justicia, repagos sanitarios, claúsulas
suelo, etcétera, etcétera… Todos estas medidas están destinadas
a machacar al 90% de la población y beneficiar al 10% más rico y
privilegiado.
Sin
embargo, muy pocas cosas han hecho activarse tanto a los sectores más
despolitizados de la población como la campaña del PP contra el
citado impuesto. Ha bastado el nivel más básico de demagogia para
hacer saltar las chispas por una petición que beneficia amplia y
descaradamente a ese 10% de personas más poderosas pero,
sorprendentemente, los bulos y exigencias han corrido como la pólvora
entre el 90%, incluso entre personas que se consideran “de
izquierdas” y simpatizantes de estas ideas políticas.
Visto
esto, nos encontramos con una situación muy complicada: tenemos a un
PP coqueteando con los trabajadores y las trabajadoras y a un Podemos
que tiene la enorme tarea de tener que explicar su postura (mayor
progresividad, que paguen los de arriba, un impuesto sin paraísos
fiscales en el estado español, etc.). porque en la época de la
inmediatez, los 140 caracteres y los titulares amarillistas cualquier
postura que no sea blanco o negro y requiera pedagogía será
manipulada u obviada.
¿Cómo
es que ciertos sectores populares secundan ampliamente todo esto?
Primero, porque es tremendamente fácil y oportunista hacer una
campaña para que se bajen los impuestos. Segundo, porque en base a
lo observado, y creo que es la conclusión más importante, aun dura
en la conciencia colectiva el mito de la clase media.
Es
decir, con todas las condiciones objetivas y materiales en contra
(repetimos, pérdida de rentas, trabajo, casas, robos de guante
blanco, etc.); aún persiste el miedo a perder menos que nada. Este
miedo está tan exageradamente enraizado en la conciencia de la
población que se ha disparado por algo que jamás afectará a la
inmensa mayoría de los habitantes de Andalucía.
Un
miedo que por un lado, impide a la gente en muchísimos casos
organizarse para dar solución a la actual situación política
(miedo a perder el trabajo, a hacer huelga, a multas); y que, por
otro, genera protestas desorbitadas, irreflexivas y que van en contra
los intereses de esas mismas personas (un impuesto que tiene como
objetivo redistribuir la riqueza es esencialmente bueno para los
trabajadores y las trabajadoras).
¿Qué
hacer contra todo esto? Pues lo único y lo más difícil: hablar,
explicar, disipar las dudas de su situación (la Junta tiene un
simulador on-line), elevar el nivel de la conversación saliendo de
mitos, mentiras y ejemplos más que puntuales; pero, sobretodo y
mediante lo anterior, romper con los mecanismos responsivos y
reaccionarios, que hacen que esa persona actúe como un resorte y
traerla al campo de la razón.
De
paso, no estaría mal aprovechar para debatir de las agresiones
reales que sufre en su día a día e intentar apagar definitivamente
las llamas de un fantasma que nunca existió y que nunca existirá.
Acabemos
de una vez con la clase media.