domingo, 30 de noviembre de 2014

La Independencia de Cataluña: Independencia para todos y todas

Ya en su día traté este tema, dando motivos y justificaciones por las que tomé determinadas posturas. Sin embargo, con el tiempo uno consigue nuevos datos, aprende cosas nuevas y realiza reflexiones que le obligan a adaptar las posturas manteniendo, por supuesto, la coherencia.

Hace dos semanas tuve la enorme suerte de conocer a Manolo Montero, gracias a un debate-coloquio que organizamos desde el Círculo de Chiclana de la Frontera; y el tema que tratamos fue las bases de proyecto municipalista democrático andaluz. Uno de los tantos puntos que tratamos fue la diferencia entre los conceptos "nación" y "estado", diferencia vital y que despertó en mi nuevas reflexiones que, a mi juicio, son interesantes de transmitir por escrito, aún habiéndolas expuesto ya en algún que otro debate.

La palabra "nación" evoca al hecho de "nacer", es decir, simplemente evoca al lugar al que uno pertenece y, por ende, le condiciona socio-culturalmente. La nación es natural, en tanto en cuanto que la "cultura", entendida como las señas identitarias de los colectivos humanos que permiten una relación coherente en un grupo; se genera de forma espontánea y diferenciada entre los distintos grupos. 

La palabra "estado" se refiere al marco legal y jurídico por el que se ordena un determinado territorio y las personas que en él habitan. Los Estados los crean y controlan los grupos dominantes de los diferentes territorios para mantener un control sobre sus intereses en ellos situados y sobre las personas que en ellos habitan.

El ejemplo más claro que muestra la diferencia abismal entre ambos términos es el caso de la invasión de un territorio por parte de una potencia extranjera: el nuevo territorio pasa a formar parte del Estado invasor, pero la gente de la tierra ocupada dista mucho de sentirse parte de esa nación opresora que, con el tiempo, le impondrá también sus señas y costumbres.

Sin embargo, como con todo, los términos no son objetivos y pueden utilizarse y poseerse para darles significados que favorezcan distintas posturas o a distintas personas.

Si bien el Estado en el Antiguo Régimen era claramente el territorio que poseían determinadas personas y sobre el que podían ejercer su voluntad ("El Estado soy yo" que diría Luis XIV); una vez que la burguesía se convierte en la nueva clase dominante y los ideales de la Ilustración toman lugar con la separación de poderes, el Estado moderno y contemporáneo toma nuevos roles. Según Ernest Mandel [1]: "La burguesía moderna no ha creado su máquina de Estado a partir de cero. Se ha contentado, a grandes rasgos, con tomar el aparato de Estado de la monarquía absoluta después de remodelarlo para hacer de él un instrumento que sirviera a sus intereses de clase." En este sentido, el Estado mantiene su función represora y su función de integración ideológica y, además, toma las nuevas funciones de crear el marco legal para asegurar las condiciones de la producción capitalista.

Un enorme error que comete mucha gente hoy día, muchos de forma intencionada y otros siguiendo la inercia de los primeros; es confundir y mezclar estos dos términos, de forma que dicha conexión pueda ser utilizada por el interés de unos pocos.

En el tema de la Independencia de Cataluña no es una excepción. El sentimiento "nacionalista" catalán se basa en un sentimiento sincero, alimentado por unas señas identitarias culturales propias que no han sido asimiladas por el resto de las naciones del Estado español (a diferencia de rasgos culturales andaluces como el flamenco, la "sevillana", etc...); y por una historia llena de represión y violencia por parte de los diferentes estados españoles: el asalto de los borbones a Cataluña el 11 de septiembre de 1714, con la consiguiente abolición de sus instituciones y libertades civiles; las continuas restauraciones borbónicas del siglo XIX que destruían los movimientos independentistas que surgían tras cada crisis política y territorial; la represión continua de los sentimientos nacionalistas por las dictaduras fascistas españolistas de Primo de Rivera y Francisco Franco y, actualmente, la continua negativa del Gobierno español a realizar un referéndum, un ejercicio de auténtica democracia.

Este sentimiento, sin embargo, está siendo utilizado por determinados sectores políticos catalanes (CiU, ERC) para crear una cortina de humo sobre las políticas de recortes anti-sociales que están aplicando, al igual que el resto de gobiernos autonómicos y el estatal; y, de alguna manera, señalarse como la única esperanza real para el independentismo, con tal de buscar la continuidad en el poder político. 

Esta utilización de un sentimiento nacionalista, natural y popular, por parte de la clase dominante es lógica dentro de las mecánicas en las relaciones que determina la economía y la ideología capitalista.

El capitalismo está consiguiendo, en palabras de Zizek, una "proletarización" de todos los elementos que conocemos en su sentido más radical. De esta manera, el "proletario" no es solo el trabajador al que se le priva del producto de su trabajo, sino que también se está proletarizando, por ejemplo, el medio ambiente (por generar beneficios se nos está privando de la naturaleza). En este caso, el sentimiento nacionalista no es una excepción.

Se nos priva de las señas culturales de nuestra tierra natal, para ser utilizado por un grupo de particulares para defender un Estado en el que tener un nuevo marco jurídico y legal en el que poder ejercer sus privilegios sin rendir cuentas al Estado al que pertenecen actualmente. Y es por esta inestabilidad y miedo a un nuevo marco legal por el que algunos empresarios catalanes se ha mostrado en contra de la Independencia y de la consulta (no sabemos que tipos impositivos tendría el nuevo Estado catalán y si pertenecería a la Unión Europea, con las ventajas que esto significa para ello).

Sin embargo, datos recientes hacen que cambie mi postura sobre el tema, porque anteriormente apoya la consulta, pero me mostraba en contra de la Independencia al, aparentemente, ser algo urdido por la burguesía catalana. 

Aparentemente, son las clases populares las que más apoyan la Independencia catalana y CiU cae vertiginosamente en las encuestas, lo que muestra que están siendo incapaces de capitalizar el sentimiento nacionalista y/o de enmascarar, con él, el austericidio al que están sometiendo a la ciudadanía. 

El proceso soberanista ha sido ejemplo de ilusión y participación ciudadana pues, ante la negativa y prohibición del 9N por parte del Gobierno español, ha sido el voluntariado el que ha conseguido que se celebrara un evento de tal calado, aún con los inconvenientes de que no contase con las garantías de un proceso controlado. El proceso soberanista, articulado de forma democrática, será una señal inequívoca de que, a través del movimiento ciudadano ejerciendo su voluntad, todo es posible.

Entonces, en esta coyuntura, es totalmente necesario que las izquierdas y las personas que defendemos los ideales de democracia y ruptura con un sistema que explota a las clases populares; apoyemos, motivemos y defendamos la escisión de la nación catalana con la nación española en un proceso constituyente que permita, a su vez, su ruptura con un modelo económico destructivo.

Esto es vital, no solo para Cataluña sino también para el resto de España, porque dicha ruptura motivaría, a su vez, la oportunidad de tener un Proceso Constituyente en el Estado español. Debemos romper radicalmente con el actual Estado para poder construir unos nuevos más acordes a las naciones y a la gente que las componen. 

Y es que, en ese sentido, los que nos consideramos internacional-socialistas tenemos que despejar todas las dudas: ser internacionalista significa que no queremos barreras ni fronteras y deseamos la unión de todos los pueblos, pero esta unión no puede ser a toda costa. La auténtica unión solo existe si somos libres en la decisión de asociarnos o no a otros y lo conseguimos en condiciones de Igualdad. Tenemos la responsabilidad de crear Estados que defiendan los intereses de las clases populares y que les devuelva sus señas culturales; Estado que podrán asociarse libremente y en igualdad de condiciones, sin verse subyugadas por un marco legal que las oprime.

Así que, pueblo de Cataluña, que continúe la lucha; estamos contigo.