sábado, 20 de julio de 2013

El miedo como profesor en las escuelas de odio.

Presentadas a menudo como portadoras de la verdad o maestras de valores, las religiones son casi tan antiguas como el propio hombre.



Surgidas al principio de la necesidad de explicar y comprender lo desconocido, puesto que el desconocimiento es algo que provoca mucha ansiedad en el ser humano; y una vez dada una explicación surgida a medias entre la observación de la naturaleza y razonamientos primitivos, debían eliminar otra gran incertidumbre que acongoja al hombre; que es, mediante ciertos ritos o símbolos, poder intervenir en esos acontecimientos que en principio están fuera de mi control.

A raíz de determinar qué cosas parecían tornar los acontecimientos a mi favor, o en mi contra, se crean los comportamientos y símbolos sagrados, y las prohibiciones; que van a influir profundamente en el comportamiento de la sociedad y determinar cultural y moralmente a ésta. 

La sociedad crea, por consenso, la religión; y luego, la religión, la transforma.
Además, unos mismos ritos y símbolos compartidos por un conjunto de individuos les da cohesión social, a la vez que los diferencia del resto de sociedades, proporcionando individualidad e identidad de grupo. 

Se crea una de esas paradojas que tanto determinan la realidad, en mi opinión, porque todo se basa en un sistema de equilibrios: determinados individuos se ven más unidos entre sí a costa de separarse y crear diferencias con los demás.

Para explicar aquello que no podían ver o comprender, los seres humanos primitivos dotaron de "consciencia" a los objetos y a los fenómenos naturales. Veamos como se produce esto. 

En un estudio, a un grupo de niños les propusieron que escogieran entre dos explicaciones posibles sobre "por qué existen piedras puntiagudas". Una de las explicaciones daba a entender que las piedras eran afiladas para que los animales no se les sentaran encima; y la otra, que eran así debido a la erosión y desgaste producidos por diversos fenómenos climatológicos, de forma que determinaban la forma de las rocas. La práctica totalidad de los infantes escogieron la primera opción. ¿Por qué? Por el simple motivo que para una mente menos desarrollada es más fácil aceptar la "intencionalidad" que complejos procesos involuntarios.

Pese a que, obviamente, existe una relación causa-efecto; una mente menos desarrollada establece una relación de tipo directo en la que la causa es un deseo de que el efecto se produzca. Ej: la piedra es puntiaguda porque desea evitar incómodos animales o llueve porque hay un dios benévolo que ama las plantas y a los hombres. 


Por lo que los dioses no son si no la explicación más fácil a acontecimientos que no puedo explicar. 
Obviamente, no le vamos a recriminar a un pobre homínido de la edad de Piedra que razonara de esta manera, sin la capacidad intelectual ni los medios técnicos actuales para realizar indagaciones más allá de la observación y este tipo de pensamientos.

El problema de las religiones surge cuando chocan con otras culturas o religiones. 

Al haber desarrollado cada una diversas explicaciones, aunque similares, para los distintos sucesos y, lo más importante, al haber desarrollado diversas conductas o símbolos "sagrados" que pueden chocar con lo que es sagrado para otro grupo; inevitablemente, se generan tensiones.

Tensiones surgidas si no de perder el favor de los dioses y de creer estar en posesión de la verdad, puesto que los rituales de mi pueblo siempre han resultado acertados. 
No hace falta mencionar los incontables conflictos por motivos religiosos que se han producido, y se siguen produciendo, incluso entre diversas escuelas de una misma religión común.

Pero, yendo más allá, las religiones monoteístas agravan aún más este hecho. 

Las religiones politeístas, es decir, aquellas con múltiples divinidades; tienden a tener un carácter más tolerante, puesto que los diversos individuos de la misma sociedad podían rendir más culto a un dios o a otro según su devoción o conveniencia. Éstas religiones permiten diferentes cultos dentro de las mismas, así como interpretaciones diversas de la verdad. Sin embargo, también existía violencia entre los diferentes súbditos de diversos dioses debido a la competencia o rivalidad entre las deidades.

Sin embargo, las religiones monoteístas se basan en una única verdad, monolítica e indiscutible, de una deidad que, además, es omnipotente, omnipresente y omnisciente. Por lo que los súbditos de estos dioses, creyéndose portadores de la única verdad, no pueden tolerar, por lógica, otras interpretaciones de la realidad que no sean las suyas.


Además, los dioses de las religiones politeístas suelen, en sus mitologías, errar, cometer pecados carnales e incluso morir; cosa que jamás suele suceder en las religiones monoteístas.

Quizás alguno en este punto mencione cuando el Dios del Antiguo Testamento se arrepintió del Diluvio Universal. Pues más a mi favor: un dios que yerra lo más probable es que no posea la verdad absoluta.

Entonces, las diversas religiones, pese a los valores que puedan pretender infundir en la sociedad, siempre van a ser motivo de tensiones y de odio entre los individuos: incluso aunque al final existiera una única fe, se generarían conflictos entre los que la siguen al pie de la letra, dudan de ella, creen en algunas cosas, los no practicantes y los que la niegan; porque va implícito en el ser humano adaptar las cosas a su propia comprensión y, por lo tanto, tener creencias, aunque sea muy sutilmente, distintas a la de los demás.

Además, los valores de los que se creen dueñas existen en la mayoría de las religiones: casi todas comparten el valor de la solidaridad, de cuidar del grupo; el problema es cuidar sólo de mi grupo; la mayoría de las religiones también creen que realizar actos de valor y bondad traerán una recompensa futura, lo malo es que según los ritos y los símbolos, una misma acción puede ser buena para una religión, y mala para otra.


De esta manera, los valores y la moral están por encima de las religiones, y desapegándolos de arcaicas costumbres que dividan a los individuos en sociedades, son comunes a todos los hombres: la solidaridad, el amor, el valor, etc...

Así que vemos que las religiones son poseedoras de una verdad sesgada, condicionada a unos ritos y símbolos a los que se les atribuye un poder, basado en la creencia de diversas entidades surgidas de una explicación simple a acontecimientos complejos para evitar la ansiedad que produce el Miedo a lo desconocido y a lo incontrolable.

Y aquí quería llegar. Todas las religiones están basadas en el miedo, y en la necesidad de callarlo como sea. Y ante cualquier idea u expresión que me haga dudar de mi verdad, de nuevo me provocará miedo al desconocimiento, que como respuesta generará un odio visceral a lo que me hace sentir así.

El hombre actual necesita comprender esto, y afrontar el miedo cara a cara. 
Y veo dos herramientas esenciales para esto, las mismas de siempre: la educación y la ciencia.

Debemos educar a las personas en aceptar que jamás podremos saberlo todo, en vivir con el miedo, con la incertidumbre. De nada vale engañarnos y tratar de esconder al miedo en un cajón de nuestra mente, porque siempre acabará alguien o algo por recordarnos donde está. Debemos aceptar el desconocimiento como parte de la realidad y de la naturaleza humana, que jamás podrá prever todos los acontecimientos que se entremezclan para dar como resultado a aquélla; y que jamás podrá conocer todos los datos de todo lo que acontece en un infinito universo.

Y la ciencia nos trae el pensamiento crítico, la duda, la verificación de la verdad mediante la intensa y exhaustiva medición y la comprobación continua de la verdad, porque los teoremas son válidos mientras que no se demuestre lo contrario, que puede llegar a pasar.


Esas dos cosas enseñarán al hombre a ser valiente, humilde y a tener una mente abierta.

Y jamás necesitamos tanto de esas cosas.

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